En el año 2004 el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, puso en marcha esta idea, a la que se unió el hasta entonces presidente argentino, Néstor Kirchner, y el presidente boliviano, Evo Morales. Dicha iniciativa es una medida contra los grandes fiascos provocados por el fondo monetario internacional a la hora de abordar grandes crisis como por ejemplo la del famoso corralito en Argentina o la crisis que azota actualmente a todos los mercados del mundo.
La aversión, por así decirlo, que ha despertado el fondo monetario en estos países latinoamericanos puede estar completamente justificada. En una entrevista que ofreció el premio nobel de economía y ex vicepresidente del banco mundial, Joseph Stiglitz, al periódico el país, desveló que muchas de las acciones llevadas a cabo por este organismo se mueven por intereses políticos e ideológicos. Según Stiglitz, La liberalización de los mercados de capitales producía más inestabilidad, pero no más crecimiento económico, además dice literalmente: “Lo sabíamos, la ciencia económica no lo recomendaba pero el FMI seguía promoviendo esa liberalización. Sus motivos eran ideológicos y políticos, actuaba de acuerdo a intereses de mercados financieros, por la presión que esos mercados ejercían en el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, y de la presión del Tesoro sobre el FMI".
Claro ejemplo de esto fue la crisis de 2001 en Argentina, donde el fondo monetario reconoció hace muy poco que había cometido varios errores. Primero, el haber apoyado y mantenido el plan de convertibilidad -que establecía una paridad cambiaria de un peso argentino igual a un dólar- y no haber encontrado un plan alternativo que hubiera permitido a Argentina haberse salvado de la crisis económica y política que se desató a finales de 2001.
Y segundo, al no actuar de forma inmediata ante el incumplimiento de las metas fiscales por parte del gobierno argentino durante los 90, situación que, según el FMI, fue la gota que derramó el vaso y derivó en crisis. El vicepresidente argentino, Roberto Lavagna, culpo al fondo de lo ocurrido en Argentina y declaró que “los errores del Fondo para Argentina se traducen en más desempleo y pobreza”.
A pesar de esto, el fondo reconoce sus errores, pero se lava las manos admitiendo que ellos proponen planes, pero luego son los mismos gobiernos los que prefieren actuar a sus anchas.
Teoría completamente desarbolada cuando en Corea del Sur se dio uno de los casos más claros que demuestran el desproporcionado poder del fondo. En la mencionada entrevista a Stiglitz, asegura que la organización se aprovecha de la situación del país en crisis para promover su ideología y sus intereses. Esto fue exactamente lo sucedido en el país asiático. Sugirieron al país coreano, que si querían dinero tenía que cambiar sus prioridades y preocuparse por la inflación, mientras en Estados Unidos, su Reserva Federal, se preocupa más por el empleo y el crecimiento, y no tanto por la inflación. Y aunque en Corea no tenían inflación, no les dieron alternativa; les dijeron que tenían que centrarse en la inflación, y olvidarse del empleo y el crecimiento. Además asegura, el premio nobel, que las ordenes del fondo tienen que ser completamente acatadas, sino los países corren el riesgo de no recibir las ayudas del fondo, pero tampoco ni las de la Unión europea ni las del banco mundial.
Hay que recordar que es tal el poder desmesurado del fondo, que es órgano que da permiso tanto a la UE, como al BM para que estos den prestaciones económicas a países en vías de desarrollo
En este contexto, es prácticamente normal y lógico que los dirigentes de siete países sudamericanos quieran tener total independencia de su economía y salir de ese flujo Norte – Sur que desde la implantación del ultraliberalismo de la administración Reagan han agudizado su pobreza.
Además de Venezuela, Argentina y Bolivia, los países que integran este proyecto de gran envergadura son Colombia, que al principio fue poco reticente, pero según palabras del presidente Álvaro Uribe no podían quedar aislados de Sudamérica. Paraguay, Uruguay, Brasil y Ecuador conforman el pacto. Chile de momento, está en posición de invitado observador.
Para el presidente Chávez, el nacimiento del Banco del sur significa una victoria en su particular batalla con su gran enemigo, los Estados Unidos cuya influencia en Sudamérica esta mas que comprobada.
La meta del Banco del Sur es incluir a cada nación de América Latina, desde México hasta Chile. El programa prestará el dinero a cualquier nación que emprenda la construcción de programas aprobados y abrirá nuevas alternativas de financiamiento donde estarán presentes conceptos como la igualdad, equidad y la justicia social. Inicialmente su sede será Caracas, con dos subsedes, una en Buenos Aires y otra en La Paz.
Actuará como un banco de desarrollo que financie obras de infraestructura y apoye a las empresas públicas y privadas de los países firmantes. Este proyecto financiero quiere impulsar medidas de integración económica que fortalezcan la Unión de Naciones Sudamericanas y además plantea la creación de una moneda común sudamericanas en un plazo máximo de cinco años.
El banco del sur arrancará en un principio con 20 millones de dólares de capital. Dicho capital ha sido conseguido tras la aportación de todos los países firmantes del pacto. Argentina, Brasil y Venezuela han aportado cada uno 2.000 millones de dólares. El texto oficial añadió que Ecuador y Uruguay aportarían 400 millones cada uno, y Bolivia y Paraguay 100 millones de dólares.
Este ha sido uno de los principales escollos para la formación de este nuevo organismo.
Brasil, que ya cuenta con su propio banco de fomento, BNDES, uno de los más grandes del mundo, fue el primer inconveniente para entrar en el banco del sur. Su integración en este órgano ha sido simplemente por cuestiones políticas. Según el gobierno brasileño es una oportunidad perfecta para no perder su influencia regional y no pueden quedarse fuera en un pacto que engloba a ocho países sudamericanos. Para Brasilia ha sido muy importante que este nuevo órgano se definiese de desarrollo sin las facultades del FMI, que además de otorgar créditos, se convierte en un vigilante de la situación financiera del deudor. Además, Brasil, ha estado hasta el último momento negociando la repartición de poderes del consejo del nuevo banco.
El gobierno brasileño apostaba que el poder en el consejo seria en función del capital invertido, sin embargo, Venezuela, su rival regional, opinaba que todos los países tendrán derecho a voto y veto, independientemente de lo que hayan aportado. Esta tesis ha sido la que finalmente se ha aprobado. A pesar de esta derrota, el gobierno de Lula, al menos ha conseguido que los créditos que otorgue el Banco del Sur solo puedan concederse a países suramericanos, ante la idea de Chávez de prestar capital a países como Nicaragua o Cuba, que mas que ayuda económica hubiesen sido políticas ideológicas que podrían haber distorsionado la verdadera función del banco.
A pesar de estas desavenencias que han alargado las negociaciones en tres años para la creación de este proyecto, el Banco del Sur, nace para ser el órgano que por primera vez gestione los recursos de un contiene que tiene el 27% de las reservas mundiales de agua dulce, 100 años de reserva de petróleo, primer productor mundial de alimentos y cuyo PIB es de 692.693 millones de euros, la quinta potencia mundial en este sentido. Supone por primera vez que los propios suramericanos aprovechen por primera vez sus recursos y no sufran radicalmente las crisis económicas del sistema capitalista. El tiempo dirá si esa aura de independencia se mantiene o acabara como siempre fagocitado por los intereses de los mismos de siempre.
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