Desde que el periodista irlandés William Russel escribiese para el Times de Londres la heroica carga de la caballería ligera en la guerra de Crimea (1854-1858), naciendo así el reportero de guerra, muchos han sido los que le han emulado hasta nuestros días. Con el nacimiento de este tipo de periodistas también nace la censura militar, es decir, el reportero de guerra ya no solo tenía que lidiar con el peligro que conlleva vivir diariamente en una trinchera, sino que ahora, después de jugarse la vida, sólo podía escribir lo políticamente correcto. Además de estos impedimentos, se añadía el que era un trabajo poco reconocido y muy mal pagado. Es más, en muchas ocasiones era el periodista el que se pagaba los gastos. Que coincidencia, aquí también descubrimos el nacimiento de un nuevo fenómeno que parece un invento moderno a causa de la precariedad laboral. El freelance.
Ahora, en pleno siglo XXI, ¿creéis que la situación del reportero de guerra ha cambiado? Es innegable que el desarrollo de la técnica ha mejorado mucho los procesos de trabajo de los reporteros, pero también es cierto que siguen sufriendo las penalidades que pasaron Russel en Crimea y Mathew Brady en la guerra civil americana a mediados del siglo XIX. En la actualidad, la sociedad sigue sin reconocer el arriesgado trabajo de estas personas que se juegan la vida para enseñarnos la crudeza y las penalidades del mundo, convirtiéndose en los ojos que nos muestran el verdadero infierno y drama humano que viven algunas regiones del planeta. El reportero de guerra sigue encontrándose en medio de las fuerzas beligerantes sin poder expresar con total libertad lo que pasa en los conflictos y defendiendo su única bandera, la de la libertad de expresión. El periodista, jugándose la vida, es capaz de inmiscuirse en medio de una batalla (como Capa en el desembarco de Normandía en 1944) y saltar casi a la misma vez que un soldado una trinchera para captar la mejor imagen y tener una visión más objetiva de la realidad. Un reportero de guerra es lo que Lord Salisbury dijo en su día: “es un hombre que combina la habilidad de saltar vallas con las de un escritor de primera clase”.
Son miles los periodistas que han encontrado la muerte en diversos conflictos ante la dejadez de las grandes potencias, dando la sensación de que son un estorbo para éstas, es decir, como si su presencia pudiese poner en peligro ciertos intereses.
Según reporteros sin fronteras, en 2008 murieron 38 periodistas en diversos conflictos. Pues bien, está primera entrada de mi blog va dedicada a todos ellos y aquellos que siguen jugándose la vida por defender la libertad de información. Porque todos tenemos derecho a estar informados.
Dedicado especialmente a: Ricardo Ortega, Julio Anguita Parrado, José Couxo, A. Fuentes.
Una labor magnífica la que realizan, no se si yo tendría valor para hacer lo que hacen.
ResponderEliminaro se nace o se nace. no es una cosa que se elija creo yo. ahh gracias por ser el primer en opinar en el blog
ResponderEliminarMe ha encantado el artículo Juanma, un 10.
ResponderEliminarjuanma, intercambiamos enlaces? yo ya te tengo en mi lista de blogs, 1 saludo
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